Directrices del Estado de Nueva York para el tratamiento médico de las lesiones de la mano, el brazo y el antebrazo Principios en pacientes con indemnización por accidente laboral

Las directrices proporcionadas por la Junta de Indemnización por Accidentes de Trabajo del Estado de Nueva York ofrecen principios fundamentales para tratar las lesiones de la mano, el brazo y el antebrazo. Estas directrices pretenden ayudar a los profesionales sanitarios a identificar los enfoques terapéuticos adecuados en el contexto de una evaluación exhaustiva.

Los profesionales sanitarios con experiencia en el tratamiento de lesiones de la mano, el brazo y el antebrazo pueden confiar en las orientaciones esbozadas por la Junta de Indemnización por Accidentes de Trabajo para tomar decisiones bien informadas sobre los métodos terapéuticos más adecuados para sus pacientes.

Es importante destacar que estas directrices no pretenden sustituir el juicio clínico ni la experiencia profesional. La decisión final sobre el tratamiento de las lesiones de la mano, el brazo y el antebrazo debe ser fruto de la colaboración entre el paciente y su profesional sanitario.

Principios rectores generales

  • Atención médica: La atención médica para las lesiones relacionadas con el trabajo debe tener como objetivo restaurar la capacidad funcional del paciente para las actividades diarias y laborales, con un enfoque en la reincorporación al trabajo y la restauración de la salud a los niveles anteriores a la lesión tanto como sea posible.
  • Prestación de servicios médicos: Todos los proveedores médicos que traten a pacientes de compensación de trabajadores deben adherirse a las Pautas de tratamiento para lesiones y enfermedades relacionadas con el trabajo.
  • Respuesta positiva del paciente: Los resultados positivos se definen principalmente por las mejoras funcionales mensurables, incluidas las tolerancias posicionales, la amplitud de movimiento, la fuerza, la resistencia, las actividades de la vida diaria, la cognición, el comportamiento psicológico y las medidas de eficiencia. También se tienen en cuenta los informes subjetivos de dolor y función, especialmente cuando se correlacionan anatómica y fisiológicamente con la lesión.
  • Reevaluar el tratamiento: Si un tratamiento no produce resultados positivos en un plazo de tiempo definido, el proveedor debe ajustarlo o interrumpirlo. La reevaluación de la eficacia del tratamiento debe producirse a las 2 ó 3 semanas del inicio y, posteriormente, a las 3 ó 4 semanas.
  • Educación: Educar a los pacientes, las familias, los empresarios, las aseguradoras, los responsables políticos y la comunidad es esencial para tratar las lesiones relacionadas con el trabajo. Deben aplicarse estrategias educativas eficaces para facilitar el autocontrol de los síntomas y la prevención de lesiones.

 

Marcos temporales

  • Agudeza: Los estadios agudo, subagudo y crónico se clasifican generalmente en función de los plazos: Aguda (menos de un mes), Subaguda (de uno a tres meses) y Crónica (más de tres meses).
  • Evaluación inicial: Se refiere al periodo agudo que sigue a una lesión, no a la primera evaluación médica en un consultorio o en un entorno clínico.
  • Plazos de diagnóstico: Los plazos de las pruebas diagnósticas comienzan a partir de la fecha de la lesión, pero pueden ajustarse en función del criterio clínico.
  • Plazos de tratamiento: Los plazos de tratamiento comienzan una vez iniciadas las intervenciones y pueden variar en función del proceso de la enfermedad, el cumplimiento del paciente y la disponibilidad de servicios.
  • Recuperación retardada: Los pacientes que no evolucionan según lo esperado entre 6 y 12 semanas después de la lesión deben someterse a un nuevo examen para confirmar la exactitud del diagnóstico y la evaluación del programa de tratamiento. Las evaluaciones de los posibles obstáculos para la recuperación deben ser continuas y, en caso necesario, se deben considerar programas de tratamiento alternativos, incluida la evaluación psicológica. Las derivaciones a proveedores de salud mental para la gestión de la recuperación tardía no implican el establecimiento de una demanda psiquiátrica.

 

Intervenciones activas

  • Énfasis en las intervenciones activas: Las intervenciones activas, que requieren la participación y responsabilidad del paciente, como el ejercicio terapéutico y el tratamiento funcional, suelen priorizarse sobre las modalidades pasivas a medida que avanza el tratamiento. Las intervenciones pasivas suelen considerarse una forma de apoyar el progreso en un programa de rehabilitación activa al tiempo que se consiguen mejoras funcionales cuantificables.

Programa de Ejercicio Terapéutico Activo

  • Objetivos del ejercicio terapéutico activo: Los objetivos de un programa de ejercicio terapéutico activo deben abarcar la mejora de la fuerza, la resistencia, la flexibilidad, la amplitud de movimiento, la integración sensorial, la coordinación, la cognición y el comportamiento del paciente cuando sea pertinente, junto con la educación que se considere clínicamente necesaria. Esto incluye la aplicación práctica en entornos laborales o comunitarios.

 

Procedimientos de diagnóstico por imagen y pruebas

  • Papel de la información clínica: La historia clínica y la exploración física deben guiar la selección de los procedimientos de diagnóstico por imagen y la interpretación de los resultados. Cada procedimiento diagnóstico tiene sus propias especificidades y sensibilidades para diferentes diagnósticos.
  • Necesidad de repetir procedimientos diagnósticos: Cuando un procedimiento diagnóstico, en conjunción con la información clínica, establece suficientemente un diagnóstico preciso, un segundo procedimiento es generalmente innecesario. No obstante, puede estar justificada la repetición o la realización de un procedimiento diagnóstico complementario si el estudio inicial no era de calidad suficiente para establecer un diagnóstico.
  • Consideración de la repetición de estudios de imagen: La repetición de estudios de imagen puede estar justificada en función de la evolución clínica o para monitorizar el progreso del tratamiento. Puede ser necesario repetir los procedimientos diagnósticos para reevaluar o estadificar la patología, antes de intervenciones quirúrgicas o inyecciones terapéuticas según esté clínicamente indicado, y en el postoperatorio para controlar la cicatrización.
  • Elección prudente de los procedimientos: La selección cuidadosa de los procedimientos diagnósticos, ya sea como procedimiento único, procedimiento complementario o en un orden secuencial adecuado, garantiza la máxima precisión diagnóstica, minimiza los efectos adversos en los pacientes y promueve la eficiencia al evitar la duplicación. Además, debe tenerse en cuenta la dosis de radiación acumulada y los riesgos asociados a la repetición de los estudios de imagen.

 

Intervenciones quirúrgicas

  • Consideración de la cirugía: La decisión de recurrir a la cirugía debe basarse en los resultados funcionales esperados, más que en la idea de lograr una curación completa únicamente por medios quirúrgicos. Las intervenciones quirúrgicas deben guiarse por una correlación positiva de los hallazgos clínicos, la evolución clínica del paciente y los resultados de las pruebas diagnósticas, que conduzcan a un diagnóstico específico y a la identificación de las condiciones patológicas subyacentes. La correlación clara entre los síntomas de dolor y las pruebas objetivas de su causa es esencial para que la cirugía aborde los problemas relacionados con el dolor. Se recomienda la toma de decisiones compartida con el paciente, proporcionando información sobre las ventajas e inconvenientes de la cirugía, las opciones alternativas de rehabilitación cuando proceda, los resultados basados en la evidencia y la experiencia específica del cirujano.

 

Autorización previa

  • Autorización de procedimientos: Se consideran autorizados todos los procedimientos de diagnóstico por imagen, pruebas, procedimientos terapéuticos no quirúrgicos y quirúrgicos, y otros tratamientos dentro del ámbito de las Pautas de Tratamiento Médico, y basados en la correcta aplicación de las mismas. Sin embargo, los procedimientos enumerados en la sección 324.3(1)(a) del título 12 del NYCRR son excepciones y requieren la autorización previa de la compañía antes de poder realizarse.

 

Evaluaciones psicológicas/psiquiátricas

  • Propósito y frecuencia de las evaluaciones: Las evaluaciones de salud mental pueden ser necesarias en pacientes seleccionados para establecer, confirmar o asegurar un diagnóstico. El alcance y la duración de las evaluaciones e intervenciones de los profesionales de la salud mental pueden variar en función de varios factores, entre ellos si el problema clínico es principalmente de salud mental o si existen problemas de salud mental secundarios o preexistentes agravados por la lesión o enfermedad relacionada con el trabajo. Pueden realizarse pruebas de función psicológica, pero deben interpretarse junto con otros datos clínicos, y el diagnóstico debe realizarse tras un análisis exhaustivo. Es preferible contar con un proveedor que hable con fluidez la lengua materna del paciente, pero si no se dispone de él, deben proporcionarse los servicios de un intérprete profesional.

 

Personalidad/Intervención psicológica/psicosocial

  • Aplicación y duración de la intervención: La intervención psicológica, cuando se recomienda, debe iniciarse con prontitud y puede utilizarse sola o junto con otras modalidades de tratamiento. Debe ir acompañada de una evaluación y un plan de tratamiento con objetivos conductuales mensurables, plazos e intervenciones específicas previstas. El asesoramiento tiene como objetivo mejorar la recuperación funcional y no debe pretender retrasarla. La duración de la intervención varía en función de la afección, con documentación periódica de los progresos y el pronóstico funcional.

 

Evaluación de la capacidad funcional (FCE)

  • Propósito y consideraciones: La FCE evalúa diversos aspectos de la función relacionados con la capacidad del paciente para reincorporarse al trabajo, incluidos factores físicos, cognitivos y psicosociales. Aunque un FCE no siempre es necesario para determinar la situación laboral, puede considerarse en caso de mejoría médica máxima (MMI) o cuando el médico tratante no puede determinar claramente la situación laboral al cierre del caso. No debe utilizarse al principio del tratamiento ni como único criterio para diagnosticar el engaño. El médico tratante debe interpretar el FCE a la luz de las circunstancias individuales del paciente y de su historial médico.

 

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