Pautas de tratamiento médico del Estado de Nueva York para la evaluación y los procedimientos de diagnóstico en pacientes de indemnización por accidentes laborales

Las directrices proporcionadas por la Junta de Indemnización por Accidentes de Trabajo del Estado de Nueva York ofrecen principios fundamentales para llevar a cabo procedimientos de evaluación y diagnóstico del dolor no agudo. Estas directrices están diseñadas para ayudar a los profesionales sanitarios a identificar los métodos adecuados para evaluar y diagnosticar el dolor no agudo en el contexto de una atención integral.

Los profesionales sanitarios con experiencia en la evaluación y el diagnóstico del dolor no agudo pueden confiar en las orientaciones esbozadas por la Junta de Indemnización por Accidentes de Trabajo para tomar decisiones bien informadas sobre los enfoques diagnósticos más adecuados para sus pacientes.

Es fundamental subrayar que estos principios no pretenden sustituir al juicio clínico ni a la experiencia profesional. La evaluación y los procedimientos diagnósticos del dolor no agudo deben implicar la colaboración entre el profesional sanitario y el paciente, teniendo en cuenta las circunstancias individuales y el historial médico.

Enfoque diagnóstico estandarizado

  • El empleo de un enfoque estandarizado es esencial para diagnosticar y evaluar las dolencias crónicas relacionadas con el trabajo, garantizando un diagnóstico y una planificación del tratamiento precisos.

 

Anamnesis y exploración física

  • La anamnesis y la exploración física constituyen la piedra angular del diagnóstico médico y orientan los procedimientos diagnósticos y terapéuticos posteriores. Los hallazgos clínicos objetivos deben prevalecer sobre otros procedimientos diagnósticos cuando no coincidan.

Antecedentes de dolor, antecedentes de enfermedad actual

  • Para evaluar el dolor no agudo es fundamental disponer de una historia clínica completa del dolor, que ayude a planificar el tratamiento. Los elementos clave que hay que determinar son:
    • Localización y distribución del dolor.
    • Inicio y duración del dolor.
    • Características del dolor, como la calidad, la intensidad, la irradiación y el momento.
    • Utilización de herramientas de evaluación del dolor como la Escala Visual Analógica.
    • Actividades que empeoran, alivian o no tienen ningún efecto sobre el dolor.
    • Síntomas asociados, limitaciones funcionales, trastornos del sueño y evitación del miedo.

 

Historial médico pasado

  • El historial médico debe incluir:
    • Nivel educativo y barreras lingüísticas.
    • Historial laboral y detalles de la ocupación.
    • Situación laboral actual y estado civil.
    • Entorno familiar y consideraciones culturales.
    • Sistemas de creencias y revisión de la lista de comprobación de sistemas.
    • Afecciones preexistentes y antecedentes psicosociales, incluido el abuso de sustancias y los antecedentes de malos tratos (físicos, emocionales, sexuales).

 

Pruebas diagnósticas y expectativas de tratamiento

  • Es crucial revisar las pruebas diagnósticas previas, las intervenciones terapéuticas, las cirugías, los medicamentos y el funcionamiento psicosocial. Además, es esencial comprender las expectativas de tratamiento del paciente y sus creencias sobre el dolor y la recuperación.
  • La evaluación también debe abarcar los factores psicosociales, como la depresión, la ansiedad, los factores estresantes y los sistemas de apoyo social, así como las creencias culturales y espirituales que puedan influir en las decisiones y los resultados del tratamiento.
  • Por último, es esencial tener en cuenta cualquier afección preexistente que pueda afectar a la recuperación del dolor no agudo y abordar el abuso de sustancias y los factores relacionados con el estilo de vida, como el consumo de alcohol y los antecedentes de tabaquismo.

 

Examen físico

  • La exploración física debe abarcar las técnicas de exploración aceptadas y las pruebas pertinentes para la zona examinada:

Signos vitales

  • Deben evaluarse las constantes vitales esenciales.

Herramienta de evaluación del dolor aceptada

  • Se recomienda utilizar herramientas reconocidas de evaluación del dolor, como la escala visual analógica (EVA) o la escala de valoración numérica (NRS).

Inspección general

  • Esto incluye observar la postura, la posición y la marcha.

Exploración física general

  • Debe realizarse un examen exhaustivo de sistemas como el tórax, el abdomen y el sistema vascular para descartar otras posibles fuentes de dolor no agudo.

Evaluación neurológica

  • Esto implica la evaluación de los nervios craneales, el tono y la fuerza muscular, el examen sensorial, la evaluación motora, la médula espinal y el sistema nervioso periférico, los reflejos, la función cerebelosa y las maniobras neurológicas de provocación.

Evaluación sensorial

  • Las pruebas sensoriales cuantitativas rutinarias, como los monofilamentos de Semmes-Weinstein, pueden ayudar a identificar anomalías sensoriales.

Evaluación musculoesquelética

  • Esto incluye la evaluación de la amplitud de movimiento, la movilidad segmentaria, las maniobras de provocación musculoesquelética, la palpación, la observación y las actividades funcionales para examinar las articulaciones, los músculos, los ligamentos y los tendones en busca de anomalías.

Estudios de electrodiagnóstico (EDX)

  • Estos estudios, al igual que el EMG/NCV, son procedimientos diagnósticos independientes que se abordan en secciones específicas de las directrices de tratamiento médico pertinentes.

Evaluación de hallazgos no fisiológicos

  • El examen de los hallazgos no fisiológicos incluye la evaluación de los signos de Waddell, la variabilidad en los exámenes formales y las incoherencias entre los exámenes formales y las capacidades observadas.

 

Banderas rojas

  • La evaluación debe incluir la búsqueda de señales de alarma como fracturas, luxaciones, infecciones, tumores y déficit progresivo a través de la historia clínica y la exploración física.
Ir al contenido