Trastornos oculares Principios rectores generales

Principios rectores generales

Asegurarse de que estos principios están al frente y en el centro es clave para la aplicación de las Directrices de Tratamiento Médico del Estado de Nueva York (MTG), y son importantes para cualquiera que se ocupe de las Directrices de Tratamiento Médico de Compensación de Trabajadores.

A.1 Atención médica

Cuando se trata de tratar una lesión laboral, hay que centrarse en que la persona recupere su rutina diaria y sus actividades laborales habituales. Nuestro objetivo es recuperar la salud y el trabajo en la medida de lo posible.

A.2 Utilización de servicios médicos

Todo médico que atienda a un paciente de indemnización por accidente de trabajo debe atenerse a las pautas de tratamiento establecidas para todas las lesiones o enfermedades relacionadas con el trabajo.

A.3 Reconocimiento de la respuesta positiva del paciente

Éxito significa mejoras claras y cuantificables en el funcionamiento de una persona. Esto incluye aspectos como la amplitud de movimiento, la fuerza, la capacidad para realizar actividades cotidianas e incluso el bienestar mental. No sólo nos fijamos en lo que dicen sobre el dolor; también tenemos en cuenta cómo se alinea con la lesión.

A.4 Reevaluación del tratamiento

Si un plan de tratamiento concreto no da resultados positivos en un plazo determinado, el médico debe plantearse modificarlo o interrumpirlo. Hablamos de comprobar cómo van las cosas 2 o 3 semanas después de la primera visita y después cada 3 o 4 semanas. Las situaciones de salud mental pueden requerir un poco más de tiempo, y otros problemas no musculoesqueléticos pueden necesitar revisiones más rápidas. Y si un tratamiento no funciona como se esperaba, no está de más volver a comprobar el diagnóstico: podría ser la clave para averiguar qué está fallando.

A.5 Énfasis en la educación

Hablemos de educación: asegurémonos de que todos los implicados, desde el paciente hasta la familia, el empresario, la aseguradora, los responsables políticos y la comunidad, están al corriente de las lesiones o enfermedades laborales. No se trata sólo de darles información, sino de establecer una comunicación eficaz que tranquilice al paciente. A la hora de elaborar un plan de tratamiento, es esencial incluir la educación de individuos o grupos para que puedan controlar los síntomas por sí mismos y evitar futuras lesiones.

A.6 Clasificación de la gravedad y plazos

Desglosamos la gravedad de las lesiones en tres etapas: Aguda (menos de un mes), Subaguda (de uno a tres meses) y Crónica (más de tres meses). Nos ayuda a comprender en qué punto se encuentra una persona en el proceso de afrontar un problema de salud.

A.7 Claridad en la evaluación inicial

«Evaluación inicial» se refiere a la fase aguda inmediatamente posterior a una lesión, no a la primera vez que un médico examina a un trabajador en una consulta. Hablamos de ese periodo crucial que sigue a una lesión.

A.8 Plazos de diagnóstico

Cuando hablamos de iniciar pruebas diagnósticas, lo hacemos a partir de la fecha de la lesión. Pero bueno, a veces la situación puede requerir acelerar las cosas o darle un poco más de tiempo, dependiendo de lo que tenga sentido clínicamente.

A.9 Plazos de tratamiento

El tratamiento comienza cuando, bueno, comienzan los tratamientos, no a partir de la fecha de la lesión. Lo entendemos: la duración del tratamiento depende de la enfermedad, de su gravedad, de si el paciente se mantiene al día y de los servicios disponibles. A veces, el plan puede necesitar un ajuste en función de la situación clínica.

A1.0 Periodo de recuperación ampliado

Si las cosas no evolucionan según lo esperado entre 6 y 12 semanas después de una lesión, y lo que siente el paciente no coincide del todo con lo que vemos en las pruebas, es hora de volver a comprobar el diagnóstico. Reevalúe también el plan de tratamiento. En cuanto a los problemas que no están intrínsecamente relacionados con la salud mental, hay que estar atento a cualquier cosa que pueda estar frenando la recuperación (esas banderas amarillas o problemas psicológicos). En ese plazo de 6 a 12 semanas, piense en planes de tratamiento alternativos, incluidas evaluaciones formales de expertos en salud mental.

Mantente alerta ante cualquier problema de salud mental que haya surgido antes o durante la recuperación. Si el problema está claro desde el principio (como un problema de salud mental relacionado con el trabajo en la reclamación), es totalmente correcto acudir a un profesional de la salud mental mucho antes. Recuerda que enviar a alguien a un profesional de la salud mental no significa automáticamente que exista una afección psiquiátrica o psicológica. La evaluación y gestión de un retraso en la recuperación no implica automáticamente que la reclamación lleve una etiqueta psiquiátrica o psicológica.

 

A.11 Promoción de intervenciones activas

Hablemos de implicarte en tu tratamiento. Apostamos por las intervenciones activas, como los ejercicios y los tratamientos prácticos, que le permiten tomar las riendas del tratamiento a medida que avanza. Los elementos pasivos, como los tratamientos que se te aplican, se consideran herramientas de apoyo para ayudarte en un plan de rehabilitación activa, asegurándonos de que alcanzamos los objetivos de que te muevas mejor.

A.12 Objetivos del programa de ejercicio terapéutico activo

En nuestro programa de ejercicios, los objetivos son fortalecer, aumentar la resistencia y la flexibilidad, y mejorar aspectos como la amplitud de movimiento, las habilidades sensoriales, la coordinación e incluso el pensamiento y el comportamiento. No se trata sólo de los ejercicios, sino de integrarlos en situaciones de la vida real, ya sea en el trabajo o en la comunidad.

A.13 Utilización de procedimientos de diagnóstico por imagen y pruebas

Bien, hablemos de mirar más de cerca cuando lo necesitemos. Antes de pasar a realizar pruebas de imagen o pruebas, basamos nuestras decisiones en lo que averiguamos a partir de su historial y de una buena revisión. Cada procedimiento diagnóstico tiene sus puntos fuertes y débiles para diferentes diagnósticos. La elección de uno u otro depende de aspectos como la calidad del diagnóstico, los riesgos que conlleva, la tecnología disponible, su comodidad y la familiaridad del médico con el procedimiento.

Procedimientos de diagnóstico y repetición

No nos gustan las repeticiones innecesarias, pero a veces puede ser necesaria una segunda ronda. Si la primera vez no nos ha proporcionado la información de calidad que necesitamos, podemos recurrir a un segundo procedimiento de diagnóstico. Somos cautos a la hora de hacer esto en exceso, sobre todo con cosas como radiografías y tomografías computarizadas porque, admitámoslo, demasiada radiación no es buena.

Ahora bien, si su situación o tratamiento lo requieren, podríamos repetir algunas pruebas a lo largo del proceso. Puede ser para comprobar cómo evolucionan las cosas, escenificar el problema o controlar los síntomas. Es importante saber que, aunque estas pruebas ayudan, también aumentan la dosis de radiación y los riesgos. Así que somos conscientes de la frecuencia con la que lo hacemos.

Selección inteligente de procedimientos de diagnóstico

No te lo vamos a echar todo encima. Estamos siendo inteligentes a la hora de elegir el procedimiento adecuado para el trabajo, ya sea algo puntual, parte de un plan más amplio o en un orden determinado con otras pruebas. Se trata de obtener la información más precisa, mantenerte seguro y no perder tiempo ni recursos en repeticiones innecesarias.

 

A.14 Intervenciones quirúrgicas

Hablemos de la cirugía: no es un remedio mágico. Siempre debemos pensar en qué tipo de función esperamos después de la operación, porque confiar únicamente en la cirugía para una curación completa suele ser un poco engañoso. Antes de plantearnos siquiera la posibilidad de pasar por el quirófano, necesitamos una conexión sólida entre lo que vemos en la clínica, cómo van las cosas clínicamente y lo que aparece en las imágenes y otras pruebas. Todas estas piezas deberían apuntarnos a un diagnóstico específico, señalando los verdaderos problemas. Cuando se trata de tratar el dolor con cirugía, tiene que haber una relación clara entre el dolor y alguna prueba concreta de lo que lo causa. Ah, ¿y tomar decisiones sobre cirugía? Sin duda, un trabajo de equipo con el paciente. Deben entender los pros y los contras, considerar la rehabilitación como alternativa si tiene sentido, conocer los resultados respaldados por pruebas y comprender bien lo que implica todo el proceso quirúrgico.

A.15 Autorización previa

Cuando se trata de dar luz verde a cosas como pruebas diagnósticas, terapias o intervenciones quirúrgicas, estamos a favor, salvo para los procedimientos específicos enumerados en las normas. Si un proveedor quiere meterse en uno de ellos, tiene que consultarlo primero con el operador. Lo mismo se aplica a las repeticiones o segundas tomas de una intervención quirúrgica: si las directrices no cubren las repeticiones múltiples, es imprescindible hablar con el transportista antes de empezar. Mantengamos las cosas legítimas.

A.16 Evaluaciones psicológicas/psiquiátricas

Analicemos el aspecto de la salud mental porque, para algunas personas, las evaluaciones de salud mental son fundamentales para averiguar, confirmar o fijar un diagnóstico. Ahora bien, los pormenores de estas evaluaciones y su duración dependen de lo que estemos tratando. ¿El problema de salud mental está en el centro de la reclamación o es secundario a una lesión física? Tal vez haya un problema de salud mental que no tenga nada que ver con el accidente laboral, pero que esté dificultando un poco la recuperación.

Cuando evaluamos las funciones psicológicas o realizamos pruebas psicométricas, pueden ser muy útiles para descubrir problemas relacionados, pero la cuestión es la siguiente: estas pruebas por sí solas no pueden dar un diagnóstico. Sólo cuando hemos revisado toda la información -historia, entrevistas, todo el tinglado- podemos precisar un diagnóstico.

Somos partidarios de una comunicación clara. Si el paciente se siente más cómodo en su lengua materna, estamos de acuerdo. Pero bueno, si no tenemos a nadie que hable su idioma, nos aseguramos de que intervenga un intérprete profesional.

Pautas de frecuencia:

  1. Problemas de salud mental preexistentes: Si se trata de un problema de salud mental existente que se ha agravado o que está ralentizando la recuperación de una lesión laboral, una visita para la primera charla con el profesional de la salud mental debería bastar. La atención de seguimiento suele seguir a cargo del profesional que ha atendido el caso.
  2. Pruebas psicométricas: Si nos ponemos a hacer pruebas durante la primera reunión, le dedicaremos tres horas más al profesional.
  3. Cuestión central de salud mental en la reclamación: Ahora bien, si la cuestión de la salud mental está en el centro de la reclamación desde el principio o surge como consecuencia de la lesión laboral, es posible que necesitemos diagnósticos y terapias más profundos. Tenemos todo un conjunto de directrices para estas situaciones de salud mental recogidas en las Directrices de Tratamiento Médico. Es como nuestro libro de jugadas para afrontar estas situaciones de la manera correcta.
  4. A.17 Personalidad/Intervención psicológica/psicosocialAsí que tenemos esta evaluación psicosocial que grita «¡Hay que intervenir!». Cuando eso ocurre, es clave iniciar pronto el juego de la intervención. Puede utilizarse en solitario o en combinación con otros tratamientos. Pero aquí está el problema con cualquier ayuda psicológica o psiquiátrica: necesitamos un plan sólido. Piense en objetivos mensurables, acciones específicas y plazos.

    Plazos generales de intervención:

    • Tiempo para que haga efecto: De dos a ocho semanas.
    • La mejor duración: Mantenerlo en funcionamiento entre seis semanas y tres meses.
    • Duración máxima: De tres a seis meses. Y nota rápida: el asesoramiento consiste en impulsar la recuperación, no en provocar retrasos.

    Ahora, si hablamos de TEPT, es un poco diferente:

    • Recorrido ideal: De tres a seis meses.
    • Estiramiento máximo: Entre nueve y doce meses. Algunas personas necesitan un poco más de cariño. En ese caso, el profesional que le trate deberá dejar algún documento cada cuatro semanas durante los seis primeros meses, en el que haga una proyección de cómo van las cosas y le informe sobre el panorama psicológico. Si el tratamiento se prolonga de seis a doce meses, las revisiones se realizan cada cuatro u ocho semanas. Y si hablamos de más de doce meses, las actualizaciones llegan cada ocho o doce semanas. Mantener a todo el mundo informado es fundamental para que el tratamiento transcurra sin contratiempos.

    A.18 Evaluación de la capacidad funcional (FCE)

    Hablemos ahora de la evaluación de la capacidad funcional (FCE). Se trata de un chequeo exhaustivo -puede ser una inmersión profunda o un poco más focalizada- que examina todo lo relacionado con la capacidad de una persona para volver al ajetreo laboral.

    Esta comprobación abarca la resistencia, el levantamiento de objetos (pesados y no tan pesados), el tiempo que una persona puede mantener determinadas posturas, las capacidades específicas de amplitud de movimiento, la coordinación y la fuerza, los hábitos de trabajo, el potencial laboral e incluso los aspectos psicosociales, cognitivos y sensoriales relacionados con el trabajo. Tiene un poco de todo: músculos, salud cardiaca, coordinación, todo.

    Ahora bien, no todo el mundo necesita un FCE para saber si está preparado para trabajar. Suele entrar en juego en el momento de la Mejora Médica Máxima (MMI), sobre todo si los intentos de volver a la rutina se han topado con algunos baches. Pero aquí está la cosa: no es un movimiento de juego temprano, y no es la única carta de la baraja para hacer diagnósticos, especialmente cuando se trata de olfatear a alguien tratando de hacer novillos en el trabajo. El médico tratante, que conoce bien el trabajo, debe descifrar el FCE en el contexto del historial médico completo del paciente, cómo se siente y todo lo demás. Seamos realistas: Los FCE no son los únicos que pueden juzgar si alguien está fingiendo o no.

A.19 Vuelta al trabajo

Vamos a sumergirnos en la vuelta al trabajo. En estas directrices, «reincorporarse al trabajo» significa incorporarse a cualquier trabajo o tarea que el paciente pueda realizar con seguridad, aunque sea un poco diferente de su actividad habitual. Averiguar cuándo es el momento de volver a la rutina es una parte importante de la atención médica y debe integrarse en el plan de tratamiento. En cada visita ambulatoria, se trata de dar a conocer el estado del paciente y las posibles limitaciones de las tareas, lo que constituye la espina dorsal del plan de tratamiento. ¿El objetivo? Que la gente vuelva al trabajo cuanto antes. Estas directrices abogan por que los pacientes avancen en el proceso de atención y reincorporación al trabajo, sabiendo que cuanto más tiempo se está de baja, más difícil resulta facilitar la reincorporación.

A.20 Evaluación del lugar de trabajo

Ahora, sobre comprobar dónde ocurre la magia del trabajo. El médico tratante puede hablar con el empresario, ya sea en persona, por vídeo o por teléfono, para saber cómo era el trabajo del paciente antes de la lesión. Nos referimos a las exigencias físicas, como el levantamiento de peso, los movimientos repetitivos, las posturas que requieren un poco de delicadeza, el entorno de trabajo, los niveles de estrés y cualquier otra cosa que pueda suponer un obstáculo para un regreso sin problemas o poner la recuperación en terreno inestable.

Si no es posible volver al trabajo anterior debido a las restricciones impuestas por el médico, es hora de buscar opciones para modificar las tareas que se ajusten a lo que el paciente puede hacer. Y, en determinadas situaciones, podría ser necesario realizar más de una evaluación.

Claro que sería estupendo visitar el lugar de trabajo en persona, pero seamos realistas, eso no siempre es posible. Cuando los empleadores tienen vídeos o similares que muestran la escena del trabajo, eso es oro. Las videollamadas desde el lugar de trabajo, idealmente desde el propio puesto de trabajo, también pueden ser útiles.

Frecuencia de los contactos:

  • Primera charla: Cuando el paciente está bien para abordar un trabajo.
  • Segundo asalto: Cuando el paciente ha subido de nivel y está listo para un poco más de acción en el frente laboral. Y aquí va una nota: el médico debe anotar todos los detalles de estas conversaciones.
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