La displasia de cadera es una enfermedad que provoca la desalineación o deformación de la articulación de la cadera.
La displasia es más frecuente en lactantes y niños muy pequeños, pero también puede darse en adolescentes debido a la forma en que crece la cadera. Los adultos también pueden sufrir displasia de cadera, sobre todo si han sido sometidos a múltiples operaciones cuando eran más jóvenes.
¿Cuáles son las causas de la displasia de cadera?
La displasia de cadera se produce cuando la articulación de la cadera se desarrolla de forma anormal, lo que puede provocar luxaciones frecuentes y otros problemas de funcionamiento de la articulación.
En una articulación de cadera que se desarrolla con normalidad, la parte superior del hueso del muslo (el fémur) se asienta dentro de la porción en forma de copa de la articulación de la cadera, denominada acetábulo.
La causa subyacente de la displasia de cadera no ha sido identificada, pero existen pruebas de que factores genéticos pueden causar el defecto congénito (presente al nacer) que da lugar a la displasia de cadera.
Algunos estudios también han señalado que las técnicas de envoltura inadecuadas utilizadas durante la infancia ejercen presiones anormales y excesivas sobre la articulación durante su fase crítica de crecimiento y desarrollo tempranos.
Las personas que padecen displasia de cadera suelen mostrar signos como un giro hacia fuera u otra posición anormal de la cadera afectada y una disminución de la amplitud de movimiento de la cadera afectada, así como problemas como discrepancia en la longitud de las piernas y pliegues cutáneos desiguales en el muslo o la nalga asociados a la cadera afectada.
Este ajuste ceñido garantiza que la articulación pueda moverse con normalidad, disfrutando de una amplitud de movimiento libre y completa, sin dolor ni fricción y sin dislocarse. En la displasia de cadera, las estructuras articulares están malformadas y no se consigue este «ajuste perfecto».
Como resultado, la cabeza del fémur puede «salirse» fácilmente del acetábulo, provocando dolorosas luxaciones y problemas de movilidad.
Los pacientes con displasia de cadera son más propensos a desarrollar artritis de cadera a medida que envejecen, especialmente si las frecuentes intervenciones quirúrgicas correctivas provocan marcados cambios esqueléticos y cicatrices en los tejidos blandos que pueden restringir el movimiento normal de la articulación.
¿Cómo se trata la displasia de cadera?
Aunque la displasia de cadera diagnosticada precozmente en niños pequeños o lactantes puede tratarse a veces con métodos ortopédicos especiales, cuando la afección persiste o cuando los adultos presentan síntomas como consecuencia de la afección o de cirugías anteriores, la cirugía de prótesis de cadera es la opción más común y eficaz para aliviar el dolor y restablecer la función y la estabilidad de la articulación.
Durante la operación de prótesis de cadera, se extrae la parte superior del hueso del fémur y se sustituye por una prótesis resistente con un extremo en forma de bola. También se restaura el acetábulo en forma de copa y, en algunos casos, se realiza un procedimiento de injerto óseo para «reconstruir» la parte superior de la cavidad.
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